El mito de una mujer ha viajado de boca en boca, de susurros a relatos, tejiéndose en el tiempo como un legado imborrable. En Chachapoyas, su nombre aún resuena: Sabarbein, la joya de una época dorada, la musa envuelta en historia y leyenda.
Dicen que su belleza era un sol que iluminaba las calles, que su presencia cautivaba a propios y extraños. En aquellos tiempos, la sigilosa Plaza de Armas era testigo de conspiraciones y vigilante de la independencia. Y entre susurros, se hablaba de Sabarbein, cuya hermosura se convirtió en un mito, un espectro que vagó por generaciones.